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Cannabis

Desde el año 3000 a.C., se conocía en Asia Central y China la marihuana donde se utilizaba con fines médicos, en un tratado de medicina chino s. I, se decía que: “EL CÁÑAMO TOMADO EN EXCESO HACE VER MONSTRUOS, PERO SI SE USA LARGO TIEMPO PUEDE COMUNICAR CON LOS ESPÍRITUS Y ALIGERAR EL CUERPO”.

En la cultura india se le otorgaba ciertas virtudes como alargar la vida, potenciar deseos sexuales, agilizar la mente etc.

En el budismo se utilizaba como uso medicinal (fiebre, tos, insomnio etc.).

El ingrediente psicoactivo de la marihuana es el THC (tetrahidrocannabinol), es lo que crea el estado conocido como “estar colocado”.

El hachís, es un extracto de la resina, la concentración de THC es 8 veces superior a la marihuana.

En 1900 comenzó su consumo como droga y en 1960/1970 se extendió su consumo en la juventud.

Según un informe de la OMS EN 2017 (The health and social effects of non medical cannabis use), en general hay menos conocimiento sobre efectos sociales y de salud del consumo de cannabis que del consumo de alcohol y tabaco.

    • Los receptores CB1 (o que responden a THC) se encuentran ampliamente distribuidos en el cerebro, incluyendo las áreas que controlan la atención, la toma de decisiones, la motivación y la memoria.
    • Estos receptores modulan los efectos de otros sistemas de neurotransmisores.
    • El consumo de cannabis a corto y largo plazo provoca una inhibición estos receptores de forma que pueden explicar los efectos del cannabis sobre la memoria de trabajo, la planificación y la toma de decisiones. También en la velocidad de respuesta, la precisión, la coordinación motora, el estado de ánimo y la cognición.
    • El cannabis es la droga ilícita más consumida a nivel mundial. En 2013, se estima que 181 800 000 personas entre 15-64 años utilizan cannabis con fines no médicos a nivel mundial (estimaciones 128.5-232.1 millones).
    • El consumo de cannabis parece ser más común en los países desarrollados que en los      países en desarrollo, aunque no hay datos sobre la prevalencia del consumo en el segundo caso.
    • La   edad de inicio del consumo de cannabis en los países desarrollados es hacia la mitad de la adolescencia.
    • Se observa una tendencia con un alto contenido de THC en las preparaciones de cannabis incautadas en Estados Unidos y algunos países europeos.
    • La dependencia de cannabis es un conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que se desarrollan tras un consumo repetido de cannabis. Hay algunos indicios que apuntan a que la prevalencia de la dependencia de cannabis aumentó en todo el mundo entre 2001 y 2010.
    • Hay un incremento de demandas de tratamiento en muchos países de renta alta y en algunos de ingresos bajos y medios.
    • El efecto más claro para la salud a corto plazo en relación a la intoxicación de cannabis se caracteriza por alteraciones en el nivel de conciencia, la cognición, la percepción, el afecto o el comportamiento, y otras funciones de respuesta psicofisiológicas.
    • Una minoría de los consumidores en etapas iniciales de su consumo pueden llegar a presentar ansiedad, ataques de pánico, alucinaciones y vómitos. Cuando se dan estos  síntomas los usuarios afectados generalmente suele solicitar atención médica.
    • Durante la intoxicación la conducción se encuentra afectada y hay un mayor riesgo de lesiones de tráfico.
    • Existe cierta evidencia de que el consumo de cannabis puede desencadenar problemas coronarios. Informes recientes sobre historias médicas y estudios de casos sugieren que fumar cannabis puede aumentar el riesgo de enfermedades coronarias en fumadores jóvenes que tienen un riesgo de estas enfermedades relativamente bajo.
    • Los consumidores habituales de cannabis pueden desarrollar una dependencia hacia la sustancia. El riesgo puede ser alrededor de 1 de cada 10 de los que ha consumido alguna vez cannabis, 1 de cada 6 entre los usuarios adolescentes, y 1 de cada 3 entre los consumidores diarios.
    • El síndrome de abstinencia de la dependencia de cannabis está bien documentado.
    • La evidencia revela que el consumo habitual de cannabis durante la adolescencia se asocia a consecuencias más graves y persistentes que el consumo habitual durante la edad adulta.
    • En una serie de estudios prospectivos se observa que existe una relación dosis-respuesta entre el consumo de cannabis en la adolescencia y el riesgo de desarrollar síntomas psicóticos o esquizofrenia.
    • La asociación entre el consumo de cannabis y la psicosis o la esquizofrenia ha sido reconocida desde hace más de dos décadas en al menos cinco formas:

1.-  El cannabis produce una gama completa de los síntomas positivos, negativos y cognitivos, similares a la esquizofrenia transitoria en algunos individuos sanos.

2.-. En aquellas personas con un trastorno psicótico, el consumo de cannabis puede empeorar los síntomas, desencadenar recaídas y tener consecuencias negativas en el curso de la enfermedad.

 3.- En consumos muy altos, los individuos vulnerables en la población general pueden desarrollar una enfermedad psicótica que se asocia con la edad de inicio del consumo, la potencia del THC en el cannabis, la frecuencia y duración del consumo.

4.- El consumo de cannabis se asocia con la aparición precoz de la esquizofrenia. Es probable que la exposición al cannabis actúe como una «factor precipitante» que interactúe con otros factores para desarrollar la esquizofrenia o un trastorno psicótico, pero no sea necesario ni suficiente para hacerlo solo. Los síntomas de la esquizofrenia aumentan con el consumo de cannabis y la potencia. La magnitud de los síntomas se asocia con la cantidad utilizada y la frecuencia de consumo.

 5.- El consumo diario en la adolescencia y la adultez temprana se asocia con una variedad efectos negativos para la salud y para el funcionamiento. Estos incluyen:

            1. Abandono precoz de los estudios.
            2. Discapacidad cognitiva
            3. Mayor riesgo de consumo de otras drogas ilícitas
            4. Mayor riesgo de síntomas depresivos.
            5. Aumento de las tasas de ideación y comportamiento suicida. Aunque, queda por determinar cuál de estas asociaciones son causales.
    • A largo plazo, fumar grandes cantidades de cannabis puede potencialmente desencadenar infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares en jóvenes consumidores de cannabis.

Según el Observatorio Europeo de drogas y toxicomanías, (2018), el 26.3% de todos los Europeos han probado el cannabis o subderivados alguna vez. España es el 4º país con mayor tasa de consumo (17.1%).

Según el Plan Nacional de Drogas (2018), el cannabis es la sustancia ilegal más consumida en España, el 11% de los españoles han fumado cannabis en el último año.

Fuente:

Historia de las adicciones en la España Contemporanea» (miguel ángel torres, Joaquín santodomingo, Francisco pascual,
Francesc Freixa, carlos álvarez, ISBN: 978-84-612-8923-3Dep. Legal: V-386-2009.)